Pues ya me tocaron mis segundas vacaciones, pero la última oportunidad de viajar con Alicia. Me abandona en un par de semanas; su turno en Bolivia ya se acaba y se vuelve a los Estados Unidos. Esta vez decidimos viajar a La Paz, la capital y el centro gubernamental de Bolivia. Claro, nos tocó tomar otro autobus de 16 horas, pero por lo menos esta vez sólo fue uno... y el viaje por carreteras de cemento!
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llegando a La Paz |
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El Alto, un barrio de La Paz |
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El primer día nos dedicamos a explorar un poco las calles de La Paz, acostumbrándonos un poco a la altura. Encontramos el mercado de hechicería, donde vendían de todo: pociones de amor, mezclas para ofrecer a los dioses y hasta fetos de llama para ofrendas. Una calle repleta de puestos con mogollón de cosas que comprar, y por supuesto no pudimos resistir la tentación durante mucho tiempo. Encontramos un café local llamado Pepe's para un almuerzo rápido.
El Dr. Douglas, al oír que íbamos a La Paz, tomó ventaja de la situación y nos mandó a hacer un recado. Tuvimos que pasar por el Hospital San Gabriel (es que no nos podemos escapar de los hospitales ni por una semana!) para conocer a un amigo endocrinólogo con quien quería empezar una rotación con los voluntarios que pasaban por la clínica. Un hospital pobre pero el hombre tenía muchas ganas de cambio, pero con dinero limitado tampoco se puede hacer mucho.
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visita al hospital |
Primera razón por la que no me gustó La Paz: no hay ni una calle plana. Todas estaban en pendiente, así que aunque ibas despacito, terminabas agotado.
Encontramos lo que consideran la calle mejor preservada indígena en la ciudad, antes dónde vendían llamas, ahora sin más conocida como la Calle Jaen.
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Calle Jaen |
Nos acercamos por la catedral San Francisco de La Paz porque nos comentaron que desde las campanas hay una vista aérea buena.
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San Francisco de La Paz |
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vista de la ciudad |
Para cenar un taxista nos recomendó el restaurante Los Amigos, que tenía comida típica de la zona, pero de verdad los mismos platos que encontramos en Santa Cruz.
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vista desde el restaurante |
Así pasamos el primer día. Relajadamente y con tranquilidad. Primera impresión: ciudad sucia y grande. Muchísima polución. Se veía mucho las vendedores ambulantes aymaras (una de las cuatro tribus indígenas más representativas bolivianas) vestidas con su vestimenta típica (llamadas cholitas).
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las cholitas |
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